Belleza
Te explicamos qué es la belleza para el arte y la filosofía. Además, qué se considera belleza humana y qué tipos de belleza existen.
¿Qué es la belleza?
No resulta sencillo definir la belleza, más allá de lo que dicta el diccionario: que es la cualidad que atribuimos a lo hermoso, a lo que nos resulta agradable estéticamente o que consideramos placentero de percibir. Esto aplica tanto para objetos, paisajes y sonidos, como para personas, espacios y animales, pero se trata de un concepto de construcción histórica capaz de variar inmensamente de una cultura a otra, y de una época a otra.
La belleza es un concepto abstracto, tradicionalmente vinculado a los de armonía, equilibrio y proporción, cuyos rasgos fundamentales provienen de la tradición cultural de cada quien, razón por la cual se suele decir que “la belleza está en el ojo de quien mira”. De hecho, apreciar lo hermoso se considera, incluso hoy, una forma de placer para quien observa, y no tanto para quien posee dicha belleza.
La tradición considera la belleza como el fin último del arte: los artistas intentan dar con ella o al menos plasmarla en algún soporte para que pueda ser apreciada por otros. En ese sentido, se entiende la belleza como algo apreciable en la realidad, o sea, algo que la mirada del artista capta del mundo.
Sin embargo, la belleza no es un asunto exclusivo de los artistas, y de ella se han ocupado a lo largo de la historia los más distintos pensadores, que han tratado de definirla o comprenderla mejor. En la gente de a pie, la capacidad de percibir la belleza es tradicionalmente conocida como “gusto” o “buen gusto”. Lo contrario a la belleza sería la fealdad.
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La belleza según la filosofía
Los primeros intentos por definir la belleza provienen de la antigüedad clásica, específicamente de la Grecia Antigua. Los filósofos de entonces consideraban la belleza como un asunto de proporción entre las partes de la cosa, es decir, que los objetos simétricos tendían a ser más bellos que los asimétricos.
Sin embargo, Platón (c. 427-347 a. C.) consideró la belleza como una idea independiente de las cosas bellas, siendo una manifestación de la belleza verdadera, que se encuentra en el alma humana y a la cual se accede únicamente a través del conocimiento. En esa misma tradición, la belleza formaba parte de una tríada de valores junto con el bien (la bondad) y con la verdad, de manera que lo hermoso debía ser forzosamente bueno y verdadero.
El concepto clásico de la belleza sobrevivió hasta el Renacimiento, fuertemente asociado a una concepción aristocrática de la sociedad (las princesas, por ejemplo, eran siempre hermosas, mientras que el vulgo o la plebe era fea y grotesca), heredada de tiempos medievales.
Sin embargo, el concepto emprendendió un importante cambio filosófico con el ingreso a la Edad Moderna, cuando comenzó a considerarse un asunto propio de la percepción, esto es, un asunto subjetivo, que puede relativizarse conforme a distintas tradiciones culturales.
Así, por ejemplo, filósofos subjetivistas como el inglés John Locke (1632-1704) sostenían que la existencia de la belleza es indisociable de la mente que la percibe, esto es, lo contrario a lo que sostenían los objetivistas (pues la consideraban, lógicamente, un rasgo objetivo).
Para los subjetivistas la belleza se hallaba entre las cualidades secundarias de los objetos, esto es, no se considera un rasgo esencial de las cosas, apreciable por todo el mundo, sino un rasgo en torno al cual puede existir el desacuerdo.
Belleza humana
La belleza humana es aquella que se atribuye, desde tiempos ancestrales, al cuerpo humano, tanto masculino como femenino. En la Grecia Antigua, por ejemplo, el cuerpo de los hombres era sujeto a conceptos ideales (areté) que se atribuían sobre todo a los dioses y héroes trágicos y a sus representaciones escultóricas.
En épocas posteriores, la belleza se ha tendido a centrar, en cambio, en el cuerpo femenino, y se ha construido toda una industria de la belleza cuyo propósito es brindarle a la mujer los implementos cosméticos para “embellecerse”, de acuerdo a estándares como los que inspiran concursos de belleza femenina como el Miss Universo.
Sin embargo, la belleza humana no es distinta de otros tipos de belleza, ni está sometida a menos subjetividades y variaciones históricas. Por ejemplo, el cuerpo femenino más agraciado para estándares medievales europeos era el de la mujer rellena, regordeta, emblema de salud y bienestar material en una época de hambrunas y miseria generalizada.
Mientras que en épocas industriales, en los que dichos factores no inciden tanto sobre la cultura, se espera en las mismas geografías que la mujer hermosa sea delgada y voluptuosa. Todo canon de belleza humana responde, pues, a una época y una cultura determinadas.
Tipos de belleza
No existe una tipología universal de la belleza, así como no existe un concepto estricto para comprenderla. Sin embargo, informalmente se emplean clasificaciones muy dispersas y variadas de lo bello, que dan lugar a tipos como los siguientes:
- La belleza natural, aquella que no requiere de aditamentos ni intervenciones cosméticas, sino que es fruto de la mano misma de la naturaleza. Se emplea sobre todo para referirse a la belleza femenina.
- La belleza cosmética, contraria a la natural, vendría siendo una belleza “artificial” o “adquirida”, pues resulta el fruto de las intervenciones cosméticas cuyo propósito es adecuar un cuerpo a un patrón de belleza establecido: el maquillaje, la vestimenta, la cirugía plástica, etc.
- La belleza exterior, perceptible por todo el mundo y sustentada en las apariencias, se considera tradicionalmente una forma de belleza superficial, o sea, que a primera vista sugiere la hermosura de un individuo, pero que puede ser contradicha por su forma de ser o la pureza de sus sentimientos.
- La belleza interior, al contrario del caso previo, aplica para el mundo interior de las personas, o sea, para su belleza profunda que sólo se le revela a quienes se toman el tiempo de conocerla. Es posible, así, que una persona no muy hermosa exteriormente sea bella en lo interno, y viceversa.
- La belleza exótica, aquella que proviene de culturas diferentes a la propia o que responde a cánones estéticos extranjeros, pero reconocibles. Una belleza exótica puede ser la de una persona proveniente de otras latitudes, por ejemplo.
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